La vida cotidiana de los colombianos puede ser más amable y tener más motivos de interés y disfrute, si logramos profundizar el vínculo que la población tiene con sus músicas y con otras en los diversos contextos y etapas históricas.

Es necesario ir más lejos por este camino y aventurarse hacia el mundo del sonido: Un universo sonoro está por descubrir y valorar, pero además, por explorar y crear.

Esta ruta, parte del reconocimiento de sí mismo, de las manifestaciones sonoras que genera o que puede producir el cuerpo, de la interacción con los otros, con el entorno próximo, con los objetos y espacios y supone percibir y experimentar con el ambiente natural y cultural, apropiar los medios tecnológicos para jugar e innovar con la producción sonora, acústica y electrónica, vivir una experiencia de conocimiento a través de la práctica, una implicación corporal, sensorial, emocional y racional que se produce al hacer música, al manipular lo sonoro, al expresarse musicalmente a través de algún medio vocal, corporal, instrumental o tecnológico.

Para que la práctica de la música tenga un sentido pleno, es deseable establecer una relación con doble carácter: por una parte, posibilitar una actividad creativa, que se oriente a una estructuración cada vez más elaborada y original del lenguaje y de las formas de expresión hacia un estilo propio y por otra, desarrollar un sentido analítico y crítico, que medie en esa relación.

En conclusión, comprender la estructura sonora o musical con la que nos relacionamos, y desarrollar un criterio de valoración nos permite tomar una posición crítica, técnica y estética, frente a las manifestaciones sonoras que nos circundan e influyen y establecer una relación activa y profunda con las músicas y los fenómenos sonoros, que significa, cultivar una mediación lúdica, creativa, analítica y crítica.

Colombia está construyendo un camino inédito en América Latina, con el impulso a que cada municipio del país conforme, estructure y sustente una escuela de música, como una oportunidad real de educación, creación y proyección musical para la comunidad participante.

Si partimos del hecho de reconocer nuestra realidad como pluriétnica y multicultural, nuestras escuelas deben ser un reflejo de ello mediante un enfoque formativo y de práctica musical de carácter plural, no homogéneo, una integración de diversas técnicas, estilos y formatos, una comprensión y apropiación tanto de las tradiciones como de las formas emergentes, unas capacidades para asumir y negociar los conflictos técnicos y estéticos y los diálogos y mezclas en lo creativo y expresivo.

La escuela no se debe limitar a conformar agrupaciones y a montar y circular repertorios, adoptar y repetir métodos y pautas fijas de aprendizaje, reproducir acríticamente programas académicos descontextualizados o tradiciones culturales esquematizadas y practicadas rígidamente.

El reto es construir programas plurales, flexibles, abiertos y dinámicos, que se renueven y transformen constantemente, con orientaciones y metas definidas que contengan a la vez las identidades de cada contexto y las fuerzas innovadoras para recrearla, que brinden oportunidades equivalentes de expresión a las voces de las tradiciones así como a las voces del presente y a las vanguardias.

Este diseño programático se fundamenta en lograr un nivel cada vez más profundo de comprensión e implementación, que implica, partir de las músicas y prácticas, desarrollar la estructura por etapas en el marco de las prácticas y formatos musicales, especificar el diseño de contenidos y alcances en la relación entre ejes formativos y sentidos transversales de desarrollo musical y personal.


A continuación encontrará un Modelo interactivo que vincula “Sentidos y Ejes de Formación”, partiendo de las prácticas y formatos en relación con los distintos niveles de formación. En este modelo podrá obtener ejemplos de interacciones que puede poner al servicio de su ejercicio pedagógico en la Iniciación Musical.



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